El Aullido del Nahual


Mientras Martín estaba dormido su sueño de repente cambió. No estaba seguro de que estaba soñando antes de eso. Ahora estaba en su casa, en la noche, con las luces prendidas de su cuarto y de la sala. Se vió a si mismo en su cuarto viendo películas para adultos. Pero notó que alguien estaba en la sala. Cuando salió a ver que pasaba encontró a su hermano menor Jonás viendo lo mismo en la televisión lo cual le provocó a la ira. Comenzó a insultarlo como si hubiera cometido el peor de los pecados cuando se percató que estaba solo y una voz de ultratumba proveniente del oscuro fondo de la casa comenzó a gritar y a decir en tono grave y voz de ultratumba: “Aaaaaahhhhh!” “Martiiiiiiiin, ya levantate que ya son las ochoooo!”, “Aaaaaaaaaaaaahhhhhhhh!”, “Aaaaaaaaaaaaahhhhhhhh!”. Sintió escalofrios y el terror repentino de quién es sorprendido por el mal haciendo el mal.

Despertó de repente angustiado y espantado pero con un alivio transitorio pensando que todo había sido un sueño cuando de pronto escuchó nuevamente: “Aaaaaaaaaaaaahhhhhhhh!”, “Aaaaaaaaaaaaahhhhhhhh!”, “Aaaaaaaaaaaaahhhhhhhh!”. El ruido provenía del callejón de detrás de la ventana de madera a la cabecera de su cama. Comenzó a preguntarse rápidamente que podría ser? Un borracho? Un toro? Una vaca? Un chivo? Un borrego? Era de éste mundo o de otro?! Pasó un tiempo tratando de descifrar que podría ser y como se dió cuenta que no podría ser nada que anduviera bajo el sol se puso a rezar a todos los santos. Pronunció las oraciones que recordaba sin realizar movimientos bruscos. Se encomendó a Jesús y a la virgen. Se preguntaba porqué nadie más lo escuchaba? Ni su abuela, ni su hermano... ni los vecinos! Nadie escuchaba esos gritos?, esos berridos?! Cuánto faltaría para que amaneciera?!

Por ratos se callaba y creía que ya se había ido pero continuaba. Ya no sabía que hacer. Tenía miedo de moverse o gritar porque no sabía que le podría pasar. Si se metió en su sueño! Qué más sería capaz de hacer?! Trataba de no moverse, de no respirar. De no hacer ruido. La criatura dejó de emitir sonido alguno y Martín pensó que ya se había largado. Pero no! Comenzó a arañar la ventana de la cabecera como quien golpetea los dedos de impaciencia. Sólo lo hizo algunas veces y se silenció.

Inmediatamente comenzó a amanecer y se dejaban ver los primeros rayos de luz. Ya tenía un rato que no hacía ruido. No sabía si levantarse o no. Salió corriendo a la sala y de un salto se subió al sillón. Se quedó ahí por un momento. Prendió la televisión y se puso a ver caricaturas. Cuando su abuela se levantó le dió los buenos días y esperó a que preparara el desayuno.

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